miércoles, 23 de octubre de 2013

Biografía de Melanie Klein

Klein Melanie,vnacida Reizes (1882-1960). Psicoanalista inglesa
Melanie Klein fue la principal guía intelectual de la segunda generación psicoanalítica mundial. Ella dio origen a una de las grandes corrientes del freudismo (el kleinismo) y, gracias a Ernest Jones, que la llevó a Gran Bretaña, contribuyó a la xpansión considerable de la escuela inglesa de psicoanálisis. Transformó profundamente la doctrina freudiana clásica, y no sólo creó el psicoanálisis de niños, sino también una nueva técnica de la cura y del análisis didáctico, lo cual la convirtió en jefa de escuela. Su obra, compuesta esencialmente por una cincuentena de artículos y un libro (El psicoanálisis de niños), ha sido traducida a unos quince idiomas y reunida en cuatro volúmenes. A ellos se sumauna autobiografía inédita y una importante correspondencia. La traducción francesa realizada en parte por Marguerite Derrida es de una calidad excepcional. A Melanie Klein se le han dedicado numerosas obras, entre ellas las de Harmah Segal, su principal comentadora, y la de Phyllis Grosskurth, su biógrafa. En 1991, R. D. Hinshelwood realizó un diccionario de los conceptos kleinianos. Melanie Klein nació en Viena el 30 de marzo de 1882, hija de un judío polaco originario de Lemberg, Galitzia, que se convirtió en médico clínico al precio de una ruptura con padres tradicionalistas, y de una judía eslovaca, cuya familia, erudita y cultivada, era dominada por un linaje de mujeres. Melanie fue el cuarto vástago, poco deseado, de esa pareja que se entendía poco. Cuando a su vez se convirtió en madre, siguió sufriendo en su vida privada las intrusionesde Libussa, su propia madre, personalidad tiránica, posesiva y destructora. La juventud de Melanie Klein estuvo marcada por una serie de duelos, muy probablemente responsables del sentimiento de culpa cuyas huellas se encuentran en su obra teórica. Melanie tenía 4 años cuando su hermana Sidonie murió de tuberculosis a la edad de 8; tenía 18  años cuando desapareció el padre, físicamente disminuido desde mucho antes, dejándola sola frente a la madre; tenía finalmente 20 años cuando murió, agotado por la enfermedad, las drogas y la desesperación, su hermano Emmanuel, quien ejercía una fuerte influencia sobre ella y al cual estaba ligada por una relación de acentos incestuosos. Phyllis Grosskurth observa que Melanie se casó poco después de ese deceso, del que se sentía culpable, lo cual, añade la biógrafa, "fue probablemente el objetivo de Emmanuel".
Las dificultades económicas que siguieron a la muerte del padre parecen haber sido la causa de su renuncia a los estudios de medicina, que había decidido realizar para convertirse en psiquiatra. Esas mismas dificultades explican también su matrimonio precipitado, en 1903, con Arthur Klein, un ingeniero de carácter desconfiado que había conocido dos años antes, y del que se divorció en 1922. En 1910, por insistencia de Melanie, crónicamente depresiva, la pareja, cuyas desaveniencias eran mantenidas por las incensantes intervenciones de Libussa, se estableció en Budapest. En 1914 murió la madre y nació el tercer vástago, Erich Klein (futuro Eric Chyne), a quien Melanie analizaría, lo mismo que a Hans y Melitta, el hermano y la hermana mayores. Pero ese año de 1914 fue también el de su primera lectura de un texto de Sigmund Freud, Sobre el sueño, y de su primera entrada en análisis con Sandor Ferenczi.
Muy pronto Melanie Klein comenzó a participar en las actividades de la Sociedad Psicoanalítica de Budapest, de la que se convirtió en miembro en 1919. Antes, el 28 y 29 de septiembre de1918, bajo la presidencia de Karl Abraham, en esa ciudad, que Freud consideraba el centro del movimiento psicoanalítico, se había reunido el V Congreso de la International Psychoanalytical Association (IPA). Ésa fue la primera vez que Melanie Klein vio a Freud: lo escuchó leer en la tribuna su comunicación "Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica" y, fuertemente impresionada, tomó conciencia de su deseo de dedicarse al psicoanálisis. En 1919, impulsada por Ferenczi, presentó en la Sociedad Psicoanalítica de Budapest su primer estudio de un caso, dedicado al análisis de un niño de 5 años, que en realidad era su propio hijo Erich. Una versión refundida de esa intervención, en la cual enmascaró la identidad del joven paciente llamándolo Fritz, se convirtió en su primer escrito, publicado en el Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse. Un año después, una tercera versión de ese mismo trabajo apareció en lmago: "El niño del que se trata, Fritz, es hijo de miembros de mi familia que habitan en mi vecindad inmediata. Esto me ha permitido encontrarme a menudo, de modo natural, cerca de él. Además, como la madre sigue todas mis recomendaciones, puedo ejercer una gran influencia sobre la educación de su hijo."
El terror blanco y la ola de antisemitismo que se abatieron sobre Budapest después del fracaso de la dictadura comunista de Bela Kun (1886-1937) obligaron a los Klein a dejar la capital, y después a exiliarse. En 1920 Melanie Klein participó en La Haya en el Congreso Internacional de la IPA. Allí conoció a Hermine von Hug-Hellmuth y, sobre todo gracias a la recomendación de Ferenczi, a Karl  Abraham. Éste, con la ayuda de Max Eitingon, acababa de fundar el famosoPoliclínico del Berliner Psyc hoanalytisches Institut (BPI), donde se atendía a numerosos pacientestraumatizados por la guerra. Atraída por la personalidad de Abraham y la vitalidad del grupo de  analistas que lo rodeaba, Melanie Klein se instaló en 1921 en la capital alemana. Un año después pasó a ser miembro de la Deutsche Psychoanalytische Geselischaft (DPG) y, en septiembre de 1922, asistió al VII Congreso de la IPA, en cuyo transcurso participó en las primeras escaramuzas sobre la cuestión de la sexualidad femenina, después de la impugnación de las tesis freudianas por Karen Horney.
A principios de 1924, Melanie Klein emprendió un segundo análisis con Karl Abraham, de quien iba a tomar algunas ideas para desarrollar su propia perspectiva sobre la organización del desarrollo sexual. En abril, en el VIII Congreso de la IPA en Salzburgo, presentó una comunicación muy discutida sobre el psicoanálisis de niños pequeños, en la cual comenzó a cuestionar ciertos aspectos del complejo de Edipo. Respaldada por Abraham, también contó con el apoyo de Ernest Jones, el cual, seducido por ese discurso contestatario, llegó incluso a intervenir ante Freud para que éste prestara atención a esas declaraciones de acentos heréticos. El 17 de diciembre del mismo año, Melanie viajó a Viena para leer una comunicación sobre el psicoanálisis de niños en la Wiener Psychoanalytisches Vereinigung (WPV): allí enfrentó directamente a Anna Freud. A partir de ese momento se abrió el debate sobre qué debía ser el psicoanálisis del niño: una forma nueva y mejorada de pedagogía (posición defendida por Anna Freud), o (como lo sostenía Melanie Klein) el lugar de la exploración psicoanalítica del funcionamiento psíquico desde el nacimiento. En Berlín, Melanie Klein se hizo amiga de Alix Strachey, que ta

viernes, 18 de octubre de 2013

Narciso en la fuente (1595-1600). Galeria Nacional de Arte Antiguo. Palacio Barbenini


Recuperación del práctico del 22/10

Se les informa a los alumnos de las comisiones 4 y 5 que no puedan asistir a otra comisión, que el martes 22 a las 16:30 se realizará un punteo del texto "El estadio del espejo" a cargo de los adscriptos Micaela Andretta y Juan Manuel Veiga.

sábado, 5 de octubre de 2013

Les luthiers & Lacan

"Reflexionen sobre lo siguiente, que se destaca especialmente en las formas de las lenguas no secciónarlas: la puntuación es lo que juega ese papel de enganche decisivo, hasta el extremo de que un texto clásico puede variar de cabo a rabo según la pongan en un punto o en otro. Diría incluso que esa variabilidad se usa en gran medida para acrecentar la riqueza de interpretación, la variedad de sentidos de un texto; esa intervención que llamamos comentario en su relación al texto tradicional, juega precisamente sobre el modo de aprehender o de fijar, en un caso determinado, la puntuación." (Lacan, Seminario 3, p. 427)


“Dios no murió. Se transformó en Dinero”- Entrevista a Giorgio Agamben

“El capitalismo es una religión, y es la más feroz, implacable e irracional religión que jamás existió, porque no conoce ni redención ni tregua. Ella celebra un culto ininterrupto cuya liturgia es el trabajo y cuyo objeto es el dinero”, afirma Giorgio Agamben, en una entrevista concedida a Peppe Salvà y publicada por Ragusa News, 16-08-2012.
 Giorgio Agamben es uno de los mayores filósofos vivos. Amigo de Pasolini y deHeideggerGiorgio Agamben fue definido por Times y por Le Monde como una de las diez  cabezas pensantes más importantes del mundo. Por segundo año consecutivo tuvo un largo período de vacaciones en Scicli, en Sicília, Italia, donde concedió la entrevista.
Según él, “el nuevo orden del poder mundial se funda sobre un modelo de gobernabilidad que se define como democrático, pero que nada tiene que ver con lo que este término significaba en Atenas“. Así, “la tarea que nos espera consiste en pensar integralmente, del principio al fn, aquello que hasta ahora habíamos definido con la expresión, poco clara en si misma de, “vida política”, afirma Agamben.
La traducción es de Selvino J. Asmann, profesor de Filosofia del Departamento de Filosofia de la Universidad Federal de Santa Catarina – UFSC. [La traducción al castellano es nuestra]
La entrevista.
El gobierno Monti invoca la crisis y el estado de necesidad, y parece ser la única salida tanto de la catástrofe financiera como de las formas indecentes que el poder habia asumido en Italia. ¿ La convocatoria de Monti era la única salida, o podria, al contrario, servir de pretexto para imponer una seria limitación a las libertades democráticas?
“Crisis” y “economia” actualmente no son usadas como conceptos, sino como palabras de orden, que sirven para imponer y para hacer que se acepten medidas y restricciones que las personas no tienen ningún motivo para aceptar. ”Crisis” hoy en día significa simplemente “vos debés obedecer!”. Creo que sea evidente para todos que la llamada “crisis” ya dura decenios y nada más es sino el modo normal como funciona el capitalismo en nuestro tiempo. Y se trata de un funcionamiento que nada tiene de racional.
Para entender lo que está pasando, es necesario tomar al pie de la letra la idea de Walter Benjamin, según el cual el capitalismo es, realmente, una religión, y la más feroz, implacable e irracional religión que jamás existió, porque no conoce ni redención ni tregua. Ella celebra un culto ininterrupto cuya liturgia es el trabajo y cuyo objeto es el dinero. Dios no murió, se tornó Dinero. El Banco – con sus funcionarios grises y especialistas – asumió el lugar de la Iglesia y de sus sacerdotes y, gobernando el crédito (incluso el crédito de los Estados, que docilmente abdicaron de su soberania ), manipula y administra la fe – la escasa, incierta confianza – que nuestro tiempo todavía trae consigo. Además de eso, al hecho de que el capitalismo sea hoy una religión, nada lo muestra mejor que el titulo de un gran diario nacional (italiano) de hace algunos dias atrás: “salvar el euro a cualquier precio”. Así es, “salvar” es un término religioso, pero ¿qué significa “a cualquier precio”? ¿Hasta el precio de “sacrificar” vidas humanas? Sólo en una perspectiva religiosa (o mejor, pseudo-religiosa) pueden ser hechas afirmaciones tan evidentemente absurdas e inhumanas.
¿La crisis económica que amenaza llevarse consigo parte de los Estados europeos puede ser vista como condición de crisis de toda la modernidad?

miércoles, 2 de octubre de 2013

Héctor López "La "instancia" de Lacan" (Eudem, 2009) (Dos tomos)


Como ocurriera en su momento con la segunda tópica, a partir de la cual los psicoanalistas realinearon su discurso en el eje de los nuevos términos propuestos por Freud, hoy asistimos a un alineamiento similar en torno a los significantes del “último” Lacan. Y así como, hace 25 años atrás, escuchaba de boca de un novel psicoanalista, lector de Lacan, lo revelador que le resultaba “Más allá del principio del placer”, texto al que accedía por primera vez en su vida, hoy hallamos, en las incipientes bibliotecas de quienes se inician en estos campos, más seminarios de Miller que de Lacan, y con suerte algún tomo no demasiado visitado de las obras de Freud.
En este contexto, Héctor López surge nítidamente como un retornista, es decir, como alguien en quien hace eco la proclama que Lacan elevara en la década del ’50. Ya su primer libro (“Psicoanálisis, un discurso en movimiento”, Biblos, 1994) se ordenaba en torno a una lúcida lectura del Movimiento Psicoanalítico, apoyada en “el tiempo lógico” así como en las categorías foucaultianas de “instaurador de discursividad”, “olvido fecundo y necesario”, y “regreso a…”.
La peculiaridad que comporta el psicoanálisis como discurso lo hace depender, desde esta perspectiva, de una causa materializada en lo que López llama “el significante Freud”. Así, no hay Movimiento sin causa, pero aclarando que se trata de una causa que ocupa el lugar de “lo que cojea”. El significante Freud, es decir, el inconsciente, se define por ser “radicalmente ajeno” a la conciencia. Por eso la tarea del retorno es incesante, y define al Movimiento, que, parafraseando a Maud Mannoni, siempre va “de un imposible al Otro”.
En esta tarea incesante Héctor López inscribe su trabajo, dando por fruto más reciente su libro “La ‘Instancia’ de Lacan”. Ya en la Introducción del texto el autor se hace, y nos hace, estas preguntas: “¿Por qué ‘La Instancia’? ¿No es tal vez un escrito pasado de moda? ¿No fue acaso superado por Lacan?” (p. 21), para luego responderse: “La importancia y la actualidad de ‘La Instancia…’ se acentúan en los inicios de este nuevo siglo, cuando la práctica ha derivado hacia una clínica de lo real que tiende a desentenderse de las astucias significantes del inconsciente y del recorrido de la asociación libre”. Y un poco más adelante: “Si en su momento el olvido y degradación de La interpretación de los sueños marcó la disipación del inconsciente freudiano, ¿no estaremos asistiendo a una repetición de lo mismo con la pretendida superación de ‘La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud’?”
De allí en más, a lo largo de 700 páginas, Héctor López se sumerge, y nos invita a sumergirnos con él, en una nueva lectura del texto lacaniano. Más allá del valor que el análisis de López tiene por sí mismo, desgranando en cada detalle su agudeza como lector y su fina experiencia como practicante del psicoanálisis, el libro aporta un complemento de enorme valor para los lectores de habla hispana. Me refiero a los “Anexos”, que recopilan el corpus de citas y referencias que habitan el texto lacaniano. Hallaremos allí desde “Acerca del marxismo en la lingüística” de J. Stalin, las “Instituciones Oratorias” de Quintiliano, los “Pensamientos” de B. Pascal, hasta la obra de teatro de J. Tardieu “Una palabra por otra”, a la que Lacan hace referencia en varios sitios de su enseñanza.


“La ‘Instancia’ de Lacan” es, también, el libro que elegimos para dar inicio a la colección “Bitácora. Cuadernos del analista”, que dirijo junto con Marta Gerez Ambertín para la editorial Eudem de la Universidad Nacional de Mar del Plata. El deseo que nos llevó a crear esta colección fue el de recopilar la producción de los analistas que desde hace décadas transmiten el psicoanálisis en las universidades. Práctica difícil y muchas veces cuestionada, tiene para nosotros un doble valor, ya que ella conjuga el hecho de ser el primer encuentro, siempre traumático, entre un sujeto incauto y un discurso que intenta hablarle de su incompletud, junto con la tarea, también incesante, de alcanzar un “buen-decir” que logre invitar a esos sujetos a sumarse al Movimiento.

Horacio G. Martinez

Horacio Martínez (Coord.) "La dirección de la cura en los textos freudianos" (Eudem, 2011)


CONTRATAPA

Psicopatología y Clínica es un grupo de investigación universitario radicado en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Durante los años 2007/8 desarrolló un proyecto titulado “Modelos de dirección de la cura. Dimensión terapéutica y ‘didáctica’ de la clínica psicoanalítica”.
Este libro es el resultado del primer año de trabajo, centrado en los modelos de dirección de la cura que pueden situarse en la obra de Freud.

¿Qué se entiende por Modelo de Dirección de la cura?: si partimos de la presuposición de que toda teorización psicoanalítica falla, en la medida en que incluye un punto ciego en el Saber, y que por tanto la operatividad clínica del psicoanálisis se resuelve a partir de la puesta en juego de criterios éticos, un “modelo de dirección de la cura” resulta ser, entonces, un saber acerca de la causa, más el reconocimiento de la falla de ese saber (que no es un “plus-de-saber” sino una marca que opera como límite), más un criterio ético que sostiene el acto del analista.
El “criterio ético” se hace indispensable, desde la perspectiva kantiana, allí donde un acto no puede sostenerse desde un saber a priori. Si hubiera un “Saber Absoluto”, la ética no tendría sentido. Nuestra concepción de la ética resulta, pues, solidaria del modo en que Lacan lee la “falta en el Saber”: esto es, no como una contingencia, sino como una imposibilidad. La “marca” de esa imposibilidad se produce, en cada analista, a partir de su propio análisis.


El libro está compuesto por dos partes. La primera lleva por título “Cuaderno de Bitácora”, y es un resumen de las discusiones del grupo de investigación en torno a la lectura de los textos freudianos. La segunda parte, titulada “Escritos”, incluye textos de los diversos integrantes del grupo sobre aspectos parciales del recorrido, que han suscitado su interés particular y por tanto el deseo de ampliar la indagación en torno a ese tema.

Silvia Mullder. “Levi-strauss ◊ Lacan. Genealogía del registro simbólico” (Eudem, 2012)


En 1912 se publica el primer número de la revista “Imago”. En él se incluyen los dos primeros capítulos de un texto de Freud que, a los pocos años, se editará como libro bajo el título de “Tótem y tabú. Algunos aspectos comunes entre la vida mental del hombre primitivo y los neuróticos”. Freud busca en ese texto “aplicar el punto de vista y los hallazgos del psicoanálisis a problemas no resueltos de psicología social”.
En el “Prólogo” que escribe en 1930 para la edición hebrea, precisa aún más sus objetivos: “Se trata de un libro que estudia el origen de la religión y la moral”.
Muchos biógrafos sostienen que, de entre las miles de páginas escritas por Freud, las que conforman este texto siempre tuvieron para él un lugar especial en su corazón.
¿Hacia dónde confluyen las conclusiones de Freud? ¿Dónde ubica el origen de la religión y la moral? En un crimen, un asesinato colectivo, y en las consecuencias que dicho crimen acarreó. A medias entre un detective y un mitógrafo, Freud postula que la humanidad se constituyó como tal a partir de un asesinato, que abrió para los hombres una cuenta, incluso diría la posibilidad de contar, la posibilidad de todas las cuentas por venir.
Las noticias cotidianas siempre nos traen las sumas de los muertos: 2 por la inseguridad, 5 por la violencia en el fútbol, 30 por un bombardeo en Damasco, 150 a manos del último huracán. Esa manía de contar todos los días nuestros muertos nos acompaña desde tiempo inmemorial, desde que somos hombres y contamos nuestro primer muerto. Y no porque se tratara de un ser especial mientras estaba vivo. Él guarda un lugar especial por haber sido el primer muerto que se contó como tal. Entonces, después de muerto, se lo reconoció como Padre, luego como Tótem, finalmente como Dios. De él dimanan la moral, la ley, las costumbres religiosas.
No podría decirse que esta tesis haya impactado en la Antropología de la época. Hubo que esperar casi cuarenta años para que fueran retomadas por Claude Levi-Strauss en su texto “Las estructuras elementales del parentesco”.
Levi-Strauss retraduce las tesis freudianas a la lengua de la ciencia estructural que estaba construyendo. Ya no necesita, por tanto, remontarse a un hecho histórico capital para ubicarlo como causa del funcionamiento social.
“Freud explica, con éxito, no desde el origen de la civilización sino desde su presente y, al salir en buscar del origen de una prohibición, no logra explicar, por cierto, por qué el incesto es conscientemente condenado, sino cómo se lo desea inconscientemente. (…) El deseo de la madre o de la hermana, el asesinato del padre y el arrepentimiento de los hijos, sin duda no corresponden a un hecho o a un conjunto de hechos que ocupan en la historia un lugar determinado. Pero traducen tal vez, bajo forma simbólica, un sueño a la vez perdurable y antiguo, y el prestigio de ese sueño, su poder para modelar los pensamientos de los hombres a pesar de ellos, proviene precisamente del hecho de que los actos que evoca jamás fueron realizados porque la cultura se opuso a ello, siempre y en todas partes. Las satisfacciones simbólicas a las que se inclina, según Freud, la nostalgia del incesto, no constituyen entonces la conmemoración de un acontecimiento. Son otra cosa y más que eso: son la expresión permanente de un deseo de desorden o más bien de contraorden”.[1]
Podemos, a partir de allí, dejar de lado la teoría “traumática”, aquello que justamente busca explicar los síntomas a partir de un hecho anómalo ocurrido en el pasado, y adentrarnos en la teoría estructural, que permite una re-lectura de las tesis freudianas.
Es esa aventura fascinante la que Levi-Strauss le permitió a Lacan. Una aventura que supuso, en palabras de éste último, la posibilidad de “re-inventar el psicoanálisis”. Y son los inicios de esa aventura, que se extendió a lo largo de 30 años, los que Silvia Mulder documenta y descifra en este libro.



[1] C. Levi-Strauss: (1949) Las estructuras elementales del parentesco. (Planeta-Agostini, Barcelona, 1993, tomo II, pp.569).

M. Gutiérrez Peláez. "Confusión de las lenguas. Un retorno a Sandor Ferenczi" (Eudem, 2012)


El movimiento de retorno a la letra y a la clínica de Freud esgrimido por el psicoanalista francés Jacques Lacan, como modo de cernir el filo cortante de la verdad del descubrimiento freudiano, indica una orientación decidida en la que la verdad no retrocede frente al saber. 

Cuando encontramos una propuesta impregnada de este deseo de cotejar fuentes, hacerlas hablar, exprimirles lo no dicho en el decir, valorar las consecuencias del discurso, su injerencia en lo real de una práctica, vemos una decisión conforme a revelar una verdad olvidada, renegada o reprimida; a revitalizar la letra fundamento del pensamiento y de la práctica del psicoanálisis, sin ceder en la delimitación de las desviaciones a que ha dado lugar el movimiento acomodaticio que sirve a las marcas imperantes de la época en su nivel más sintomático. 

Miguel Gutiérrez nos muestra en su libro que esa decisión de acercarse al texto fundamental del psicoanalista Sandor Ferenczi con el aire renovado de hacer comparecer la hora de la verdad de un texto y una práctica, hace coincidir este deseo con la voluntad manifiesta de Lacan vuelta método: No se trata de un retorno ingenuo o vacío, se retorna con un arsenal teórico concebido como propio del debate del avance de las ideas, con elementos clínicos y políticos definidos en el marco de un saber siempre incompleto y con la ética del deseo como causa. Allí el intercambioes posible, cuando la enunciación de los agentes es esclarecida. Esto constituye en sí mismo una bofetada contra los intentos estériles de la apertura de nuevos campos interdisciplinarios con la vana convicción de que se trata de armar sentidos cerrados, de componer los pedazos de un nuevo corpus epistémico sin el corazón que entraña la verdad de una posición discursiva. 

Tenemos entonces en las manos un trabajo de elaboración rigurosa que intenta, a partir de la enseñanza de Jacques Lacan, indagar por ciertas anticipaciones encontradas en las ideas de S. Ferenczi, relativas al deseo mismo que habita al psicoanalista como también a la aplicación de este saber conquistado a través de la experiencia del inconsciente.

 Lacan no pocas veces aludió a Ferenczi en sus Escritos o en sus seminarios. El tono de sus alusiones cambiaba según el desarrollo al que estuviese consagrado o al problema crucial que el psicoanálisis le planteaba. Sin embargo podemos decir que el énfasis que en Lacan resulta más comprometido se refiere al sentimiento patente de Ferenczi de estar concernido por la causa psicoanalítica. Es decir, una preocupación manifiesta sobre la persona misma del psicoanalista; sobre el lugar de quien dirige una cura y los principios que deben animar una tal formación. Lacan en su Escrito “Variantes de la cura tipo”, recuerda que Ferenczi hizo del análisis personal del analista la segunda regla fundamental del psicoanálisis, la primera, según el decir de Freud, la asociación libre. Así, se puede entender que tomó la idea del psicoanálisis en “intensión” como una de sus más grandes banderas sin saberlo o tal vez sin proponérselo. Porque la supervivencia del psicoanálisis depende de los psicoanalistas y la formación de ellos transmite entonces el modo en que se concibe una cura, sus alcances, sus reales posibilidades. 

Por otra parte, en Lacan no encontramos la idea de una confusión de lenguas que en sus términos brinde la ilusión de un llamado a una claridad inequívoca, encontramos sí la elaboración alrededor de la afección de un malentendido fundamental en la condición estructural del ser hablante. Miguel Gutiérrez propone un acercamiento de estas ideas y esto exige pensar de una manera aguda y también audaz el planteamiento de este autor. La deriva del lenguaje sometida a una remisión incesante entre elementos significantes, aleja toda posibilidad de relación unívoca con el Otro, consigo mismo. División traumática del sujeto que conlleva la marca de su causa. Es este sometimiento de estructura del parletre lo que incide en concebir en que la única lengua privada, íntima, es lo que realmente aleja del Otro, y sólo hay un único habitante en ese universo: el sujeto. Esta concentración de goce singular es a lo que Lacan llamó “lalengua” y allí, la confusión no es para el Otro sino para el propio sujeto en el ámbito de su intimidad, de su división fundamental. Querer saber de esto es lo que está en las manos de un sujeto que se hace cargo de su destino de vida.

Hay una imposibilidad de ser Uno en la relación con otro, y la falta introduce la compensación del deseo, ni más ni menos. Por eso todas las teorías sobre el trauma que intentan cualificarlo o cuantificarlo, es lo mismo, dejan de lado que solo es posible entender que lo que un sujeto haga respecto de lo que resulta un acontecimiento traumático, es el modo singular en que se ha situado con relación a un trauma primordial e irremediable. Que se sepa para no caer en la estafa, Lacan dixit, de lo que es imposible de curar. Que el sujeto pueda hacer con eso es un modo de arreglar la forma en que habitará el mundo sin el padecimiento que se desprende del no querer saber. Así que se puede saber y esto parece ser a lo que alude Ferenczi al hablar de un despertar necesario al mundo, tal como nos lo señala Miguel Gutiérrez.
El lector, especialista o no, tiene en este texto la posibilidad de pensar con nuevas referencias, los alcances del descubrimiento freudiano, en el ámbito subjetivo en lo particular o en el ámbito del malestar que comporta la cultura contemporánea en general.

Lizbeth Ahumada Yanet
Correo electrónico: lizbeth.ahumada@gmail.com